miércoles, 5 de noviembre de 2008

LAS FLORES DE LA ETERNIDAD


FOTO DE UMBERTO VICTORIA AYUSO





Entre el alegre cantar de los pájaros ajenos al dolor, mis ojos desatan tormentas que forman surcos en mis mejillas, erosionando en el alma gota a gota el dolor que los años sembraron.


Mirando al espejo mi imagen demacrada pienso en cuántas flores planté para que otros fueran inmortales para algún ser en especial, cuántas horas les regalé, cuántas horas de sufrimiento suprimí en las flores que durante algún tiempo inundaron mi jardín, cuántas horas de sufrimiento no supe quitar para ver florecer esas sonrisas que alimentan el alma. En definitiva, cuántas horas di plantando las flores de eternidad de otros, y qué pocas planté para mi.





Nací, crecí, fui una triunfadora, caí y me consideraron una perdedora porque me dediqué a otras vidas, quizás intentando olvidar la mía, quizás intentando que otros no cayeran. Me arrastré porque no podía andar en este mundo en el que yo me consideraba alguien extraño, amé sigo amando, y sobre todo confíe en la humanidad, que fue la misma que me hizo caer.





Abandoné mi fe, descendí, odie, arroje el veneno vertido contra otros, culpé, pedí, me calmé, perdoné y esperé mientras seguía plantando las flores de los otros.





Apareció mi ángel ese que me hizo de nuevo mirar alrededor y dejar de centrarme en mi ombligo, que me devolvió la esencia de lo que yo siempre había sido, que me volvió a crear como mujer. Y el cambio fue doloroso de nuevo, pero se dio, a pesar de estar mortalmente herida, sanaron y aunque las cicatrices quedaron solo sirvieron para hacerme mejor persona.





Pero aún no recuperé la fe ni la confianza por entero.Volví a amar, la luz volvió a mi, me hicieron ver volver a creer, me levantaron, acogieron, y aceptaron con alabanzas pero después de subirme hasta casi las puertas de la eternidad me volvieron a engañar, caí de nuevo, y esta vez mucho más fuerte, porque en ese engaño estaban implicadas todas esas personas que son las que me hicieron subir y aún no tengo un porqué de todo eso, aún no sé la razón y es lo que más carcome a un ser humano, no saber, no tener una razón para todo lo que ha acontecido en su vida.





Sin embargo, esta vez la luz fue más fuerte, y mientras veo mi cara demacrada en el espejo sonrío y pienso, no es cierto que siempre plantara las flores de eternidad de otros, solo les di la opción de que plantaran en ese jardín, y eligieron arrancar las flores que aunque no lo sabía, si había plantado para mi.





Mis flores de la eternidad, les acompañarán hasta el último día, no acabaron con ellas al arrancarlas sino que los arañazos que les causaron les recordará que un día entregué sinceramente aquello que no supieron recibir.En mi jardín se siguen plantando semillas de todo aquello que entrego verdadero, semillas que algún día serán flores de eternidad para quienes se tomen el tiempo de pararse a contemplar.

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